El Renacido, la última obra del director mexicano Alejandro González Iñárritu, basada en la novela histórica del escritor Michael Punke que narra la sobrevivencia de Hugh Glass al ataque de un oso grizzly y su travesía por encontrar a sus compañeros luego de que lo dieran por muerto. Un Western sobre supervivencia y venganza, que exhibe una espiritualidad presuntuosa y una crueldad visual acorde al momento histórico que relata.
La cinta cuenta con dos protagonistas, Leonardo DiCaprio y el trabajo de fotografía de Emmanuel “El Chivo” Lubeski, el as bajo la manga de Iñárritu y el mejor cinematógrafo de la actualidad, sin duda. Lubeski explota su ingenio y nos deleita con espectaculares encuadres de escenarios naturales, planos hermosos trabajados con luz natural y una paleta fría que vuelca en un resultado estético increíble. En general los aspectos técnicos y su despliegue son lo mejor de la película, esto incluye la edición y mezcla de sonido, los efectos especiales y la dirección de arte. Exhibición que pretende elevar la obra a un nivel supremo pero con un guión sencillo.
Otro punto favorable son las actuaciones, tenemos un elenco grandioso encabezado por Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter y Forrest Goodluck. Todos excelentes, especialmente Tom Hardy, quien interpreta a John Fitzgerald, un sujeto desagradable y parlanchín en oposición de un Leonardo DiCaprio reservado y con pocos diálogos. Ambos exhiben su lucha a través de los ojos, la de Hugh Glass es contra su cuerpo herido y contra la muerte, la de Fitzgerald es contra sí mismo, es una lucha que no se ve y que Hardy simboliza muy bien a través de sus expresiones faciales y que luego oculta a través de la voz. La de Leonardo DiCarpio es una actuación física y no es la mejor de su carrera, no deja de ser una gran actuación ya que hablamos de un actor con mucho peso y que en efecto, debe de llevarse el Oscar este año, pero él ya ha tenido mejores actuaciones, más convincentes, memorables y ajenas a las condiciones climáticas de este rodaje, que solo reafirman su compromiso y osadía como actor.
La historia está bien contada y tiene un buen ritmo, pero a cierto punto, Hugh Glass es sometido por el autor a sobrevivir a eventos insólitos que rozan con lo absurdo y que rompen esa línea verosímil que llevaba la película, al igual que los momentos místicos o espirituales que no dicen nada especial y que de no existir tendríamos una película un poco más corta y sólida. Pero en línea general la historia cumple con su premisa y le entrega al espectador un final correcto y esperado: la supervivencia del personaje y su venganza.
En conclusión, es una buena película, pero pretende ser mas de lo que es por todo el talento y el virtuosismo técnico que ostenta (la escena del ataque del oso es brutal), repleto de imágenes asombrosas; hipnóticas; magistrales, acompañadas de un gran trabajo actoral. No es la mejor obra de este talentoso director, pero sin duda vale la pena verla y merece algunos de los premios que se ha llevado hasta ahora; ya veremos si se lleva el Oscar a Mejor Película. En Siete le dejamos 5 estrellas y media de 7.